viernes, 31 de julio de 2015

QUIÉN EMPACA TU PARACAÍDAS

Buenos días, sigamos empacando paracaídas.

Charles Plumb era piloto de un bombardero en la guerra de Vietnam.
Después de muchas misiones de combate, su avión fue derribado por un  misil.

Plumb se lanzó en paracaídas, fue capturado y pasó seis años en una prisión norvietnamita. A su regreso a los Estados Unidos, daba conferencias relatando su odisea, y lo que aprendió en la prisión. Un día estaba en un restaurante y un hombre lo saludó: "Hola, usted es Charles Plumb, era piloto en Vietnam y lo derribaron, verdad? ¿Y usted, como sabe eso? Le preguntó Plumb. "Porque yo empacaba su paracaídas. ¿Parece que le funcionó bien, verdad?"

Plumb casi se ahogó de sorpresa y gratitud. "Claro que funcionó, si no hubiera funcionado, hoy yo no estaría aquí." Plumb no pudo dormir esa noche, preguntándose: "¿Cuántas veces lo vi en el portaaviones?, y no le dije ni los buenos días, porque yo era un arrogante piloto y él era un humilde marinero."

Pensó también en las horas que ese marinero pasaba en las entrañas del barco enrollando los hilos de seda de cada paracaídas, teniendo en sus manos la vida de alguien que no conocía.

Ahora, Plumb comienza sus conferencias preguntándole a su audiencia, "¿Quien empacó hoy tu paracaídas?".

REFLEXIÓN:
Todos tenemos a alguien cuyo trabajo es importante para que nosotros podamos salir adelante. A veces, en los desafíos que la vida nos lanza a diario, perdemos de vista lo que es verdaderamente importante.

Dejamos de saludar, de dar las gracias, de felicitar a alguien o aunque sea, decir algo amable solo porque si.


Hoy, esta semana, este año, cada día, trata de darte cuenta quién empaca tu paracaídas, y agradécele. Aunque no tengas nada importante que decir, las personas alrededor de ti notaran ese gesto, y te lo devolverán empacando tu paracaídas con ese amor especial que puedes llegar a necesitar algún día.

Todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres"
Colosenses 3:23

LAS PRIORIDADES

LAS PRIORIDADES
 
Un experto asesor de empresas en Gestión del Tiempo quiso sorprender a los asistentes a su conferencia. Saco debajo de su escritorio un frasco de boca ancha. Lo coloco sobre la mesa junto a una bandeja con piedras del tamaño de un puño y pregunto:

- ¿Cuántas piedras piensan que caben en el frasco...?
Después de que los asistentes hicieran sus conjeturas, empezó a meter piedras hasta que lleno el frasco. Luego pregunto:
- ¿Esta lleno...?

Todo el mundo lo miró y asintió. Entonces saco de debajo de la mesa un cubo con piedrecillas más chicas.
Metió parte de ellas en el frasco y lo agitó. Las piedritas penetraron por los espacios que dejaban las piedras grandes. Entonces el experto sonrió con ironía y repitió:
- Esta lleno?

Esta vez los oyentes dudaron... Tal vez no, dijeron. ¡Bien! y puso en la mesa un cubo con arena que comenzó a volcar en el frasco. La arena se filtraba en los pequeños recovecos que dejaban las piedras y piedrecillas llenando todos los agujeritos libres.
- ¿Está lleno? - Preguntó de nuevo.
- ¡No! - Exclamaron los asistentes.
- Bien, muy bien! - dijo, y entonces sacó una jarra de agua que comenzó a verter en el frasco. El frasco aún se llenaba.
- Bueno ¿Qué hemos demostrado? - Preguntó.

Un alumno respondió:
- Que no importa lo llena que esté tu agenda; si lo intentas, siempre puedes hacer que quepan más cosas.

- ¡No! - Concluyó el experto - Lo que esta lección nos enseña es que, si no colocas las piedras grandes primero, nunca podrás colocarlas después!!!!

¿Cuáles son las grandes piedras de la vida?... DIOS, TUS SUEÑOS, LA PERSONA AMADA, TUS HIJOS, TUS AMIGOS, TU SALUD, TU FELICIDAD.

Recuerda: ponlas primero... el resto encontrará su lugar.


"Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas"
Mateo 6:33

jueves, 30 de julio de 2015

EL CAMPESINO Y EL POETA

EL CAMPESINO Y EL POETA


Un campesino cansado de la rutina del campo y de tanto trabajo duro, decidió vender su finca. Como sabía que su vecino era un destacado poeta, decidió pedirle el favor que le hiciera el aviso de venta. El poeta accedió gustosamente.

El aviso decía:

"Vendo un pedacito de cielo, adornado con bellas flores y verdes árboles, hermosos prados y un cristalino río con el agua más pura que jamás hayan visto".

El poeta tuvo que marcharse por un tiempo, pero a su regreso decidió visitar a sus nuevos vecinos, pensando que aquél hombre del aviso se había mudado. Su sorpresa fue mayor al ver al campesino trabajando en sus faenas.

El poeta preguntó: ¡Amigo! ¿No se iba de la finca?
El campesino con una sonrisa le respondió: -

No mi querido vecino, después de leer el aviso que usted me hizo, comprendí que tenía el lugar más maravilloso de la tierra y que no existe otro mejor...

Moraleja: No esperes a que venga un poeta para hacerte un aviso que diga lo maravillosa que es tu vida, tu hogar, tu familia y lo que con tanto trabajo hoy posees.

Dale gracias a Dios porque tienes vida, salud y esperanza de poder seguir luchando para alcanzar tus metas...
Que el Señor bendiga ese pedacito de cielo que es tu vida...

DIEZ MANDAMIENTOS PARA UNA VEJEZ FELIZ

DIEZ MANDAMIENTOS PARA UNA VEJEZ FELIZ

1.- Cuidarás tu presentación todos los días. Vístete bien, arréglate como si fueras a una fiesta. Qué más fiesta que la vida.


2.- No te encerrarás en tu casa ni en tu habitación. Nada de jugar al enclaustrado o al preso voluntario.  Saldrás a la calle y al campo de paseo. El agua estancada se pudre y la máquina inmóvil se enmohece.


3.- Amarás al ejercicio físico como a ti mismo. Un rato de gimnasio, una caminata razonable dentro o fuera de casa. Contra inercia, diligencia.


4.- Evitarás actividades y gestos de viejo derrumbado. La cabeza gacha, la espalda encorvada, los pies arrastrándose. ¡NO! Que la gente diga un piropo cuando pasas.


5.- No hablarás de tu vejez ni te quejarás de tus achaques. Con ello, acabarás por creerte más viejo y más enfermo de lo que en realidad estás. Y te harán el vacío. Nadie quiere estar oyendo historias de hospital. Deja de auto-llamarte viejo y considerarte enfermo.


6.- Cultivarás el optimismo sobre todas las cosas. Al mal tiempo buena cara. Sé positivo en los juicios, ten buen humor en las palabras, se alegre de rostro, amable en los ademanes. Se tiene la edad que se ejerce.  La vejez no es cuestión de años sino un estado de ánimo.


7.- Serás útil a ti mismo y a los demás. No eres un parásito ni una rama desgajada voluntariamente del árbol  de la vida. Bástate hasta donde sea posible y ayuda. Ayuda con una sonrisa, con un consejo, un servicio.


8.- Trabajarás con tus manos y tu mente. El trabajo es la terapia infalible. Cualquier actitud laboral, intelectual,  artística... Medicinas para todos los males, la bendición del trabajo.


9.- Mantendrás vivas y cordiales las relaciones humanas. Desde luego que las que anudan dentro del hogar, integrándose a todos los miembros de la familia. Ahí tienes la oportunidad de convivir con todas las edades, niños, jóvenes y adultos, el perfecto muestrario de la vida.  Luego ensancharás el corazón a los  + amigos, con tal que los amigos no sean exclusivamente viejos como tú. Huye del bazar antigüedades.


10.- No pensarás que todo tiempo pasado fue mejor. Deja de estar condenando a tu mundo y maldiciendo tu momento. Alégrate de que ser parte del mismo y poder ver muchas cosas lindas y nuevas.




NO TE OLVIDES DE REIR A MENUDO PARA MANTENER LA SALUD

“En los ancianos está la ciencia,
  Y en la larga edad la inteligencia”
 Job 12:12

miércoles, 29 de julio de 2015

... Y DIJIMOS QUE ESTABA BIEN

... Y DIJIMOS QUE ESTABA BIEN




En contraste con las muchas perversidades y chistes que nos mandamos para reírnos un rato, esto es un poco diferente: Este chiste de hoy no se supone que es un chiste, no se supone que es chistoso, se supone que te va a poner a pensar.


En la entrevista que le hicieron a la hija de Billy Graham en el Early Show, Jane Clayson le preguntó: “¿Cómo pudo Dios permitir que sucediera esto?” (se refería a los ataques del 11 de septiembre).
                                              
Anne Graham dio una respuesta sumamente profunda y llena de sabiduría. Dijo:

"Al igual que nosotros, creo que Dios está profundamente triste por este suceso, pero durante años hemos estado diciéndole a Dios que se salga  de nuestras escuelas, que se salga de nuestro gobierno y que se salga de nuestras vidas”.

“Y siendo el caballero que Él es, creo que se ha  retirado tranquilamente. ¿Cómo podemos esperar que Dios nos dé Su bendición y Su protección cuando le hemos exigido que nos deje estar solos?”.

A la luz de ciertos sucesos recientes... ataques de terroristas, balaceras en las escuelas, etc., ... creo que todo comenzó cuando Madeleine Murria O'Hare se quejó de que no quería que se rezara en nuestras escuelas, y dijimos que estaba bien.  Ella fue asesinada y hasta hace poco que se descubrió su cuerpo.

Luego alguien dijo que mejor no se leyera la Biblia en las escuelas...la Biblia dice no matarás, no robarás, amarás a tu prójimo como a ti  mismo. Y dijimos que estaba bien.

Luego el Dr. Benjamín Spock dijo que no debíamos pegarle a nuestros hijos cuando se portan mal porque sus pequeñas personalidades se truncarían y podríamos lastimar su autoestima.

Dijimos que los expertos saben lo que están diciendo.
Y dijimos que estaba bien.
El hijo del Dr. Spock se suicidó.

Luego alguien dijo que los maestros y directores de los colegios no deberían disciplinar a nuestros hijos cuando se portan mal.

Los administradores de las escuelas dijeron que más valía que ningún miembro de la facultad de las escuelas tocara a ningún estudiante que se porte mal porque no queremos publicidad negativa y por supuesto no queremos que nos vayan a demandar (hay una gran diferencia entre disciplinar, tocar, golpear, cachetear, humillar, patear, etc.).
Y dijimos que estaba bien.

Luego alguien dijo, dejemos que nuestras hijas aborten si quieren, y ni siquiera tienen que decirles a sus padres.
Y dijimos que estaba bien.

Luego uno de los consejeros del consejo de administración de las escuelas dijo, ya que los muchachos siempre van a ser muchachos y de todos modos lo van a hacer, démosle a nuestros hijos todos los condones que quieran para que puedan divertirse al máximo, y no tenemos que decirle a sus padres que se los dimos en la escuela.
Y dijimos que estaba bien.

Luego algunos de nuestros principales funcionarios públicos dijeron que no importa lo que hacemos en privado mientras cumplamos con nuestro trabajo.

Estuvimos de acuerdo con ellos y dijimos, no me importa lo que nadie, incluyendo el Presidente, haga en su vida privada mientras yo tenga un trabajo y la economía esté bien.

 Luego alguien dijo vamos a imprimir revistas con fotografías de mujeres desnudas y decir que esto es una apreciación sana y realista de la belleza del cuerpo femenino.
Y dijimos que estaba bien.

Y luego alguien más llevó más allá esa apreciación y publicó fotografías de niños desnudos, llevándola aún más allá cuando las colocó en Internet.


Y dijimos que estaba bien.
Ellos tienen derecho a su libertad de expresión.



Luego la industria de las diversiones dijo, hagamos shows por televisión y películas que promuevan lo profano, la violencia y el sexo ilícito.
Y dijimos que estaba bien.

Grabemos música que estimule las violaciones, las drogas, los suicidios y los temas satánicos.

Y dijimos que estaba bien.

Y dijimos, no es más que diversión, no tiene efectos negativos, de todos modos nadie lo toma en serio, así que adelante.


Y dijimos que estaba bien.

 Ahora nos preguntamos:

 ¿Por qué nuestros niños no tienen conciencia?,
• ¿Por qué no saben distinguir entre el bien y el mal?,
• y ¿por qué no les preocupa matar a desconocidos, a sus compañeros de escuela, o a ellos mismos?.

Probablemente, si lo pensamos bien y despacio, encontraremos la respuesta. Creo que tiene mucho que ver con "LO QUE SEMBRAMOS ES LO QUE RECOGEMOS."

Es curioso cómo la gente simplemente manda a Dios a la basura y luego se pregunta por qué el mundo está en proceso de destrucción.

Es curioso ver cómo creemos lo que dicen los periódicos, pero cuestionamos lo que dice la Biblia.

Es curioso cómo se mandan 'chistes' por la red y cunden como reguero de pólvora, pero cuando empiezas a mandar mensajes del Señor, la gente lo piensa dos veces antes de compartirlos.

Es curioso cómo hay artículos lujuriosos, crudos, vulgares y obscenos que circulan libremente por el ciberespacio, ...
...pero la discusión de Dios en público se suprime en las escuelas, los espacios de trabajo y a veces hasta en el hogar.

¿Te estás riendo?

Es curioso ver cómo, cuando compartes este mensaje, no se lo mandarás a mucha gente que está en tu lista de contactos porque no estás seguro de sus creencias, o lo que pensarán DE TI por enviárselos.

Es curioso ver como nos preocupa más lo que piensan los demás de nosotros que lo que Dios piensa de nosotros.

"A cualquiera,  pues,  que me confiese delante de los hombres,  yo también lo confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres,  yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos".
Mateo 10:32-33

LA PERLA INCOMPARABLE

LA PERLA INCOMPARABLE

David Morse -un misionero que se había establecido en la costa occidental de la India, para predicar a la gente de allí las buenas nuevas de la salvación por Jesucristo- conversaba con un viejo pescador de perlas, en quien el misionero se interesaba desde que lo conoció, tratando de señalarle el camino de la salvación. El pescador, cuyo nombre era Rambhau, acababa de emer­ger del agua sosteniendo entre sus dientes una gran madre­perla, que abrió rápidamente para extraer una magnífica perla.
-¡Qué hallazgo, Rambhau! ¡Esto representa una fortuna! ­
Como respuesta, el pescador encogió los hom­bros, restándole importancia.
            -¿Qué sucede?, ¿has hallado alguna más hermosa?
            -¡Oh, sí! Yo tengo una...
El pescador permane­ció unos momentos en silencio y luego, con voz quebrantada, dijo:
-Mire, ésta tiene algunos defectos: una mancha aquí, una leve hendidura acá y además está un poco alargada.­  Sin duda es hermosa, pero existen mejores.
-¡Eres demasiado exigente -exclamó David Morse-; yo la encuentro perfecta!
-Sin embargo -dijo Rambhau-, es como lo que usted enseña en sus predica­ciones: Las personas se miran a sí mismas y se ven perfectas, pero Dios las ve tal como son realmente.
La conversación prosiguió mientras los dos iban hacia la ciudad por una ruta polvorienta.
-Tienes razón, Rambhau. ¿No ves que Dios, quien declara que ningún hombre es justo para estar delante de él, ofrece una justicia perfecta a todos los que creen simplemente su Palabra y aceptan su salva­ción gratuita?
-No, yo no puedo creerlo. A menudo le dije que pienso que eso sería demasia­do fácil. Quizá yo sea dema­siado orgulloso, pero es necesario que gane mi lugar en el cielo. De otra manera yo no me sentiría satisfecho.
-Pero, Rambhau -respondió David Morse, que oraba por él desde hacía años-, ¡jamás podrás ir al cielo de esta manera! Hay un solo camino y éste no es el de las obras. Sólo Cristo es el camino.  Mira, tú ya eres anciano, y quizás ésta puede ser tu última temporada de pesca de perlas. Para que las puertas del cielo se abran para ti, te es necesario aceptar la nueva vida que Dios te ofrece en su Hijo Jesucristo.
-Es verdad, éste es mi último día de pesca de la temporada. Ya llega el fin del año y tengo que hacer los preparativos para el que viene.

-Pero, sobre todo, deberías prepararte para tu porvenir eterno.
-Justamente. ¿Ve usted a ese hombre allí abajo? Es un peregrino que, con sus pies desnudos, camina sobre las piedras más puntiagudas y se detiene cada tres o cuatro pasos para arrodillarse y besar el suelo. Yo también quiero comenzar mi peregrinaje el primer día del año e ir a Delhi andando de rodillas. Toda mi vida proyecté esto. De esa manera voy a asegurar mi entrada al cielo.
-¡Hasta Delhi! ¡Pero está a más de mil kilómetros de aquí, y a tu edad no lo podrás resistir!
-No importa, es necesario que yo vaya. Sufriré, pero mi sufrimiento será dulce, pues por ese medio ganaré el cielo.
-Pero Rambhau, amigo mío, no hagas eso, te lo suplico. ¡Jesucristo murió para obtener tu entrada al cielo!
El anciano pescador sacudió la cabeza, y dijo:
-En este mundo yo no tengo a nadie más querido que usted, sahib Morse. Usted se preocupa por mí desde hace muchos años; me cuidó cuando estuve enfermo y me ayudó proveyendo a mis necesidades. Pero nadie, ni aun usted, podrá quitarme el gran deseo de obtener la vida eterna. Es necesario que yo vaya a Delhi...
Algunos días después, Rambhau llamó a la puerta del misionero, y dijo:
-Necesito que usted venga a mi casa unos momen­tos. Tengo algo que quiero mostrarle.
-Voy, con mucho gusto -respondió Morse. Pero cuando se acercaban a la casa se estremeció, pues el viejo pescador le dijo:
              -Dentro de ocho días parto para Delhi.
Rambhau hizo sentar a su amigo misionero en la silla donde muchas veces éste le había explicado, aunque en vano, cuál es el único medio para obtener la salvación, luego salió del cuarto y volvió con un pequeño cofre en sus manos, diciendo:
-Aquí guardo, desde hace muchos años, algo de lo que quiero hablarle. Usted no lo sabe, pero yo tuve un hijo. Él era un pescador de perlas; el . mejor entre todos los buscadores de perlas en las costas de la India. Se zambullía admirablemente, tenía la mirada más aguda, los brazos más fuertes, pulmones que le permitían soportar las apneas más largas. Era mi gozo y mi orgullo. Soñaba con hallar una perla más hermosa que todas las que habían sido encontradas antes; y, un día, él la halló. Pero para obtenerla se esforzó demasiado tiempo bajo el agua... Su corazón no resistió y poco después murió.
El anciano inclinó la cabeza y, sacudido por la emoción, permaneció unos momentos trémulo y en silencio. Luego dijo:
-Desde entonces he guardado esta perla; pero ahora me voy. Y ¿quién sabe si volveré? Así que yo quiero darle mi perla a usted, mi mejor amigo...
Rambhau abrió el cofre y, del paño de guata que la envolvía, retiró lentamente una perla gigante, que tenía un brillo incomparable y, sin duda, de un valor fabuloso. El misionero quedó atónito; después dijo:          .
            -¡Qué maravilla, Rambhau!
            -Sí, es perfecta.
En ese momento, a Morse se le ocurrió algo; miró con vivacidad a su amigo y le dijo:
-Rambhau, ésta es una perla extraordinaria.  Quiero comprártela. Te ofrezco mil dólares.
            -¡Oh, sahib Morse, qué me quiere decir!
-Te doy quince mil o más. Si fuese necesario trabajaré para comprártela.
-¡No, Sahib Morse -dijo Rambhau, con mucha indignación-, en el mundo no existe nadie que sea tan rico y tenga lo suficiente para poder pagar el valor que ella tiene para mí! Yo no la vendería ni por dos millones. No la tengo en venta. Usted podrá poseerla únicamente si yo se la regalo.
-No, Rambhau, yo no puedo recibirla de esta manera. A pesar de que la deseo ardientemente, no puedo aceptada así. Quizá yo sea muy orgulloso, pero poseerla de este modo sería demasiado fácil.
-Parece que usted no comprende. ¿No se da cuenta? Mi hijo, mi único hijo, dio su vida para adquirir esta perla, y yo no la vendería a ningún precio. Lo que le da valor es la vida de mi hijo. Yo no puedo vendérsela; ¡pero puedo y quiero obsequiársela! ¡Acéptela como una prueba de mi afecto por usted!
Muy conmovido, el misionero no pudo responder durante unos instantes. Luego tomó la mano del anciano y, dulcemente, le dijo:
-Rambhau, ¿cómo no lo llegas a comprender? Lo que te acabo de expresar es exactamente lo que tú dices a Dios; y lo que me quieres hacer comprender es lo que Dios no deja de decirte...

El pescador de perlas fijó su mirada interrogadora sobre su amigo y la mantuvo así largo tiempo. Lentamente comenzó a comprender. El misionero prosiguió:
-Dios te ofrece la salvación como una dádiva, un don gratuito. Es tan grande y de tal valor, que ningún hombre en el mundo entero podría comprarla. Centenares de millones no bastarían. Nadie es lo suficientemente bueno para merecerla. Por eso Dios te ofrece entrar al cielo gratuitamente, porque el costo para que esto fuese posible fue la vida de su Único Hijo. Tú no podrías ganarte la salvación, ni siquiera dedicándote a ello durante millares de años, si estuviera a tu alcance, ni aun haciendo centenares de peregrinajes. Todo lo que puedes hacer es aceptarlo. Rambhau, yo acepto tu perla con humildad y pidiendo a Dios que me haga digno de tu afecto. Pero tú, ¿no quieres aceptar con humildad el gran don de Dios, sabiendo que fue necesaria la muerte de su Hijo para que él pueda ofrecértelo?
Por las mejillas del anciano comenzaron a correr algunas lágrimas; luego dijo:
-¡Sí, ahora veo! Ya hace dos años que comprendí el valor de la enseñanza de Jesús, y creo en Él, pero no podía aceptar una salvación gratuita. Ahora entiendo que hay dos cosas que no pueden ser compradas ni ganadas, y a las cuales no se les puede fijar un precio. ¡Recibo con gratitud el don de Dios!

"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna".
(Juan 3: 16).

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. No por obras, para que nadie se gloríe”.
(Efesios 2:8-9)

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Dios a su Hijo nos ha dado, lleno de gracia y amor; Jesucristo se ha entregado para ser el Salvador.

¡Oh, qué amor tan grande y puro ya nos reveló Jesús! Al sufrir el castigo duro, enclavado en una cruz.


Satisfecha la justicia, es librado el pecador; para él ya no hay más condena, goza de Dios el favor.

LA FACTURA

LA FACTURA

Algunas veces es un error juzgar el valor de una actividad simplemente por el tiempo que toma realizarla...

Un buen ejemplo es el caso del experto que fue llamado a arreglar una computadora muy grande y extremadamente compleja... una computadora que valía 12 millones de dólares. Sentado frente a la pantalla, oprimió unas cuantas teclas, asintió con la cabeza, murmuró algo para sí mismo y apagó el  aparato.

Procedió a sacar un pequeño destornillador de su bolsillo y dio vuelta y media a un minúsculo tornillo. Entonces encendió de nuevo la computadora y comprobó que estaba trabajando perfectamente.

El presidente de la compañía se mostró encantado y se ofreció a pagar la cuenta en el acto.

-¿Cuánto le debo? -preguntó.

-Son mil dólares, si me hace el favor.

-¿Mil  dólares? ¿Mil dólares por unos momentos de trabajo? ¿Mil dólares por apretar un simple tornillito? ¡Ya sé que mi computadora cuesta 12 millones de dólares, pero mil dólares es una cantidad disparatada! La pagaré sólo si me manda una factura perfectamente detallada que la justifique.

El experto asintió con la cabeza y se fue. A la mañana siguiente, el presidente recibió la factura, la leyó con cuidado, sacudió la cabeza y procedió a pagarla en el acto, sin chistar.

La factura decía:

Servicios prestados:
* Apretar un tornillo..................1 dólar
* Saber qué tornillo apretar... 999 dólares


“Pues la Escritura dice: «No le pongas bozal al buey para impedirle que coma mientras trilla el grano». Y dice también: «¡Los que trabajan merecen recibir su salario!»
1 Timoteo 5:18 NTV

PRACTIQUEMOS RELACIONES HUMANAS

PRACTIQUEMOS RELACIONES HUMANAS


Lea estos mensajes, PÓNGALOS EN PRÁCTICA, divúlguelos. Nos conviene a todos… 

Una sonrisa agradable logra maravillas.

Sea siempre cortes y atento.

Reciba las visitas cordialmente.

Irradie amistad, amabilidad y buena voluntad.

 El apretón de manos, si se da debe ser breve, fuerte y sincero.

Cuando hable con alguien, mírelo a los ojos.

Hable con seguridad, con voz firme y con calma, sin alzar la voz; poca razón tiene el que mucho grita.

Recuerde siempre los nombres de sus amigos y el de las personas que lo presenten.

Huya de los chismes y no se meta en asuntos privados y personales de otros.

Evite discusiones; contrólese aun cuando lo provoquen; la tolerancia es virtud y no cobardía.

Reconozca sus errores sin recateos, ello es signo admirable de honestidad.

Piense antes de hablar. No ponga en sus labios como hecho cierto una referencia ajena.

Coopere con prontitud, entusiasmo y desinterés; el que da siempre recibe.

Estimule con generosidad, critique con tacto para construir, no para destruir.

Agradezca los favores recibidos por pequeños que estos sean.

Cuando de las gracias, hágalo sinceramente, no solo por cortesía.

No se lamente para que lo compadezcan, sea optimista.

Sea siempre puntual. Procure no hacer esperar a nadie. El tiempo es lo más valioso que el hombre posee.

Procure superar en su trabajo, su conducta y su apariencia. No solo hay que ser sino parecer.

La hipocresía es horrible lacra moral evítela en sus relaciones con los demás, sea siempre sincero. La fe, como su crédito, vale más que el dinero.

Asegúrese de ser capaz de resolver sus propios problemas antes de inmiscuirse en otros.


Buenas relaciones humanas en su trabajo, en su hogar y en su vida social, son la clave de la felicidad.


"Si es posible, en cuanto de ustedes dependa, estén en paz con todos los hombres"
Romanos 12:18

EL CIEGO

EL CIEGO



Dicen que una vez, había un ciego sentado en la vereda en una mañana de primavera, con una gorra a sus pies y un pedazo de madera que, escrito con tiza blanca, decía:

"POR FAVOR AYÚDEME. SOY CIEGO".

Un creativo de publicidad que pasaba frente a él, se detuvo y observó unas pocas monedas en la gorra.

Sin pedirle permiso tomó el cartel, lo dio vuelta, tomó una tiza y escribió otro anuncio.

Volvió a poner el pedazo de madera sobre los pies del ciego y se fue.

Por la tarde el creativo volvió a pasar frente al ciego que pedía limosna, su gorra estaba llena de billetes y monedas.

El ciego reconoció sus pasos y le preguntó si había sido él el que reescribió su cartel y sobre todo, qué había puesto.

El publicista le contestó:

"Nada que no sea tan cierto como tu anuncio, pero con otras palabras".

Sonrió y siguió su camino. El ciego nunca lo supo, pero su nuevo cartel decía:

HOY ES PRIMAVERA, Y NO PUEDO VERLA


Cambia de estrategia cuando no te da resultado lo que haces, y verás que las cosas serán mejores.

martes, 28 de julio de 2015

EL MALABARISTA EN EL SEMÁFORO

EL MALABARISTA EN EL SEMÁFORO

Aquel día me desperté con mucha flojera y renegando. Con trabajo pude deshacerme de las cobijas. Me dirigí al baño arrastrando los pies mientras maldecía el tener que levantarme de la cama sin poder quedarme en ella todo el día.

Desayuné con los ojos tan cerrados como mi mente. Tal pereza me dominaba, que por no meter el pan en el tostador, preferí comerlo frío y beber la leche directamente de la botella. ¿Por qué tener que trabajar? Esa sí era una verdadera maldición!

Salí de mi casa en dirección a la oficina en mi vehículo con asientos de piel y calefacción, observando en el camino el pavimento humedecido por la lluvia, mientras refunfuñaba porque estaba lloviendo, igual que lo hacía cuando había sol, nubes, viento, gente...

El semáforo marcó el alto y, de pronto, como un rayo, se colocó frente a todos los automóviles algo que parecía un bulto. Por curiosidad abrí más mis ojos somnolientos y pude descubrir que era un joven montado en un pequeño carro de madera. Aquel hombre no tenía piernas y le faltaba un brazo. Sin embargo,  con su mano izquierda lograba conducir el pequeño vehículo y manejar con maestría un conjunto de pelotas con las que hacía malabares.

Las ventanillas de los automóviles se abrían para darle una moneda al malabarista, el cual mostraba un pequeño letrero sobre el pecho.  Cuando se acercó a mi auto pude leerlo: "Gracias por ayudarme a sostener a mi hermano paralítico". Con su mano izquierda señaló hacia la banqueta y ahí pude ver a su hermano, sentado en una silla de ruedas colocada frente a un atril que sostenía un lienzo, en el cual estaba pintando algo con un pincel que manejaba con su boca.

El malabarista, al ver el asombro de mi cara, me dijo:
- ¿Verdad que mi hermano es un artista? Por eso escribió esa frase sobre el respaldo de su silla.

Entonces leí la frase que decía:
- "Gracias Señor por los dones que nos das. Contigo no nos falta nada".

Recibí un fuerte golpe en mi interior mientras este hombre se retiraba. Y así como el semáforo de la calle pasó del color rojo al verde, mi "semáforo" interior también cambió desde aquel día: Nunca más me volví a dejar paralizar por la luz roja de la pereza, ni volví a renegar por lo que no aceptaba. Ahora trato de mantener la luz verde y realizar mis trabajos y actividades con renovada energía.

Ante aquellos jóvenes de la calle, aquel día descubrí que yo era el paralítico. Desde aquel mismo día, nunca he dejado de agradecer. Cada día lo bendigo por haberme enseñado a decir:


"Gracias Señor por los dones que me das. Contigo no me falta nada"